'La parrilla invertida' explora la intimidad de Felipe II y su interacción en el gran drama histórico que le tocó protagonizar



Mariano Rivera Cross es, en la madura juventud de sus 63 años, un escritor firmemente comprometido con la escritura, su verdadero oficio, que ejerce por activa, creando su obra, y por pasiva, leyendo, estudiando e imbuyendo en cuantos alumnos formó el amor por la literatura.
Como autor riguroso, este hombre sencillo lleva una vida plácida, casi al filo de la contemplación, haciendo cotidiano aquel ideal horaciano que aclimató en España nuestro Fray Luis de León. Así, alejado de tribus y mentideros, ha forjado una obra coherente, que abarca los tres géneros mayores: poesía, novela, teatro, nutriéndose de la vida, que es la mejor nodriza, cuanto de la propia tradición literaria, la filosofía, la historia, etc., etc.
El próximo 21 de octubre presentará en Jerez su última novela, La parrilla invertida, que, subtitulada El corazón de Felipe II, explora la intimidad del controvertido monarca y su interacción en el gran drama histórico que le tocó protagonizar. Una novela importante, construida con rigor, tanto en lo histórico como en lo narrativo, que rompe mitos, pulveriza tópicos y recupera la figura de un príncipe, que intereses ajenos y anacrónicos habían deformado.

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"Me gusta mucho el concepto barojiano de que la novela viene a ser un espejo en el camino..."



- En la historia de la literatura han irrumpido muchas concepciones sobre el arte de narrar: ¿Qué es para ti la novela?
- Me gusta mucho el concepto barojiano de que la novela viene a ser un espejo en el camino. A lo que yo añadiría que, una vez reflejada la realidad física de ese camino y de los viajeros que lo transitan, el novelista ha de reflejar esa otra realidad invisible que no obstante existe en el fondo de todos los espejos.
- De los años 60 hasta hoy, la novela ha sufrido –o gozado, tal vez- muchos cambios y experimentos. ¿Cómo se hace una novela?
- A partir de los años 60, y, en especial en la novela sudamericana, los cambios y experimentos que introdujeron novelistas de la talla de García Márquez, Alejo Carpentier, José Donoso, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Lezama Lima y tantos otros de primerísima calidad conocidos de todos los buenos lectores, sirvieron para aumentar el realismo de la ficción. Por mucho que a través de los distintos períodos de la historia de la literatura, la novela haya tomado también distintos nombres, siempre la finalidad de la novela es parecerse como un calco, si es preciso, a la realidad de donde parte.
La incorporación de manera definitiva (es decir, como si fuera la aceptación cotidiana del discurso) del monólogo interior, de los monólogos de conciencia, del estilo interior indirecto y del estilo indirecto libre, y la incorporación de distintas estructuras en las que el espacio y el tiempo narrativo los transmite el narrador de acuerdo a la perspectiva o perspectivas que exige la narración, se ha hecho siempre con la finalidad de que el lector confunda la Ficción con la Realidad.
Poner ejemplos de cada una de estas técnicas en novelas precisas, sería el ideal, mas me parece empeño imposible para esta entrevista. Pero como no he sido durante más de treinta años profesor de Literatura por gusto, te diré que a la hora de reproducir un diálogo entre personajes, el lector lo vive con mayor realismo si este ha sido escrito en estilo indirecto libre, sin participación de la voz narrativa, en el caso que esta voz no fuera testigo presente en el diálogo de ficción.
- La parrilla invertida, que pasa por ser una biografía de Felipe II, se presta como tal a un discurso lineal, cronológico, monocorde, y sin embargo no ocurre así, yo diría que gracias, en gran parte, a la irrupción del monólogo interior, que establece además una serie de saltos en el tiempo o flash-back, muy amenos y subjetivos, que imprimen al relato agilidad. ¿Cómo concibió la estructura de esta novela?
- Una vez me siento atraído por un tema novelesco, me es necesario tener a priori confeccionada una estructura donde introducir dicho tema. Y he aquí uno de los puntos semejantes que tiene la novela con la poesía. Hay que explorar qué combinación estructural es la adecuada, a la espera que surja la inspiración que te diga ésta es la estructura adecuada para el germen de esta novela.
Y ahora es cuando se dan las diferencias entre los novelistas, amén de otras muchas cosas. Tanto en mi teatro como en muchos de mis libros de poesía, y por supuesto en todas mis novelas, el sello que los caracterizan es el sorpresivo, siempre que no atente a la realidad. Los distintos diarios íntimos del rey Felipe II que se intercalan en el discurso lineal hasta el último capítulo, crean una expectación en el lector, no atenta para nada contra la verdad histórica y perfilan la profundidad psicológica del personaje, que más bien te lo responderé en la pregunta que de seguro tienes preparada para abordar dicho tema.
Sólo añadir que a la estructura de fusionar el discurso lineal histórico de la vida de Felipe II con los monólogos de su diarios, escritos en los últimos años de su vida, también se incorpora el paralelismo de intercambiar el discurso lineal de los primeros años de la vida de Felipe II con los primeros años de la vida de Isabel Ossorio, para convertirla también en personaje principal de la novela.

"Felipe II era un ser débil que llevó con voluntad cristiana el peso de toda la política internacional del Siglo XVI"



- Suelen decir los críticos que hay un Cid campeador literario –el del Cantar, claro- y un Cid histórico, ¿sucede otro tanto con la controvertidísima figura de Felipe II? ¿Cómo fue este monarca en realidad y cómo lo ve Mariano Rivera?
- Por haber trabajado como profesor de Bachillerato hace más de treinta años en San Lorenzo de El Escorial, por razones de los cursos internacionales de violín que realizó allí mi hijo, y por la razón de poseer hace siete años un apartamento en El Escorial, he tenido la ocasión de observar miles de veces (algunas de ellas plasmadas en bellos poemas) cómo cada día, cada hora, según la luz de ese instante y no digamos la estación del año que predomine, siempre es distinta la realidad física y emocional que me transmite la contemplación del Real Monasterio de San Lorenzo de el Escorial.
Tanta belleza y tantos misterios contenidos en ella, fueron los resortes que me impulsaron a escribir esta novela para, entre otras cosas, conocer más profundamente la figura de Felipe II, más allá de su controvertida figura histórica, maldita si se rige por la Leyenda Negra, que surge en Flandes y se potencia por la Reforma protestante, o por la Leyenda Rosa, potenciada como era de esperar durante la dictadura de Francisco Franco.
Conociendo que la figura de los arquitectos Juan Bautista de Toledo y de Juan de Herrera fueron secundarias, puesto que previamente a la construcción de cada detalle del monumento, por grande o nimio que fuera, era imprescindible el visto bueno del monarca, al que por cierto se le atribuyen más de diez mil bocetos y diseños del Real Monasterio, el personaje de Felipe II, por día, ante mis ojos se agigantaba y me atraía con un imán para que lo explorara.
Me atrevo a decir que si hubiera nacido en nuestros días, sin reparos a los intereses de la dinastía monárquica a la que perteneciera, hubiera renunciado a investirse Rey de España. Hubiera estudiado arquitectura y hubiera procurado estar la mayor parte de su vida en contacto con la naturaleza. ¿Republicano Felipe II? ¿Por qué no?
Intento desvelar los traumas y complejos surgidos en la infancia, y llego en la novela a la conclusión de que en Felipe II prevalecía un fuerte Edipo hacia su dulce madre lusitana, tenía una gran necesidad de protección y cariño, era un alma sensible, y, en definitiva, era un ser débil que llevó con voluntad cristiana el peso de toda la política internacional del Siglo XVI.

"Los términos sincronía y anacronía han de estar presentes en la mente de un novelista, a la hora de confeccionar las estructuras de sus novelas"



- El lenguaje de su novela resulta convincente, y eso que el castellano utilizado es el de nuestros días. ¿Cómo ha conseguido imprimir al idioma esa apariencia de sincronía, sin recurrir al pastiche, que es lacra en muchas novelas históricas?
- Los términos sincronía y anacronía han de estar presentes en la mente de un novelista, a la hora de confeccionar las estructuras de sus novelas. Es una novela escrita en el siglo XXI para lectores del siglo XXI, lo que no quiere decir que atente a ese espejo en el camino que aludía en la primera pregunta de la entrevista. Sin la voluntad, tan a la moda hoy, de entretener al lector, sí hay que facilitarle la comprensión y el significado profundo de la novela. Para ello el lenguaje es fundamental.
- Hablando de novelas históricas, ¿dónde está el límite entre la realidad y la ficción?
El novelista de novelas históricas, una vez perfectamente documentado del período o personaje histórico que intenta narrar, ha de intercalar en la narración histórica aquellos pasajes de ficción que al historiador le es imposible demostrar su veracidad. En el vaivén de esa intercalación o ritmo histórico, se encuentra una de las claves del acierto o no de la novela.
El escritor, el poeta, en contra del parecer popular, es la persona más realista del mundo, por mucho que en distintos períodos de la historia de la literatura se haya arriesgado a traspasar esa línea divisoria, volviendo rápidamente de nuevo a la realidad para no ser atrapado por la locura esquizofrénica que lleva toda ficción cuando se constituyen en fundamento de la existencia de ese escritor.

"Como Dostoieski, me atrevo a decir que toda novela ha de ser psicológica para ser verdadera"



- Suele pedirse a los escritores que concedan altas cotas de libertad a sus personajes, ¿es posible hacer esto con los que ya ha caracterizado la historia?
- Respetando los acontecimientos históricos, toda la libertad que te permita el descubrimiento de su yo profundo. Como Dostoieski, me atrevo a decir que toda novela ha de ser psicológica para ser verdadera.
- Me ha llamado la atención que, en una corte como la de los Austrias, timorata, reprimida y represora, la sexualidad de los personajes aflora en su novela sin excesivos remilgos: ¿Fue así en realidad o caemos de lleno en el espacio de la fabulación?
- Esta vez acudo a Freud para afirmar que todo es sexo, por muy reprimido que se tenga que mostrar un personaje o un pueblo, según sus ideas religiosas.
Aunque me preguntas por la Corte de los Austrias, enfocando la respuesta a Felipe II, por una parte te diría que en comparación con los nobles de la época, nuestro personaje fue muy comedido en sus necesidades polígamas, pese haber nacido con una complexión sexual muy desarrollada, y por otra, también te diría que a partir de la muerte de su cuarta esposa y sobrina, Ana de Austria, y su renuncia voluntaria a Isabel Ossorio, la novela se envuelve de un velo pudoroso donde no han lugar los escarceos sexuales.
- Imagino que, para escribir esta novela, el autor ha tenido que consultar muchas fuentes, contrastarlas y, en fin, documentarse. Hábleme del rigor que, sin duda, se ha impuesto para desarrollarla.
- Sí, es cierto. Si me impongo rigor en la novelas escritas no históricas, figúrate en las que llevan este nombre. En concreto leí las por entonces catorce novelas que se habían escritos sobre Felipe II o su período histórico (con la enorme voluntad de leer mediocridades y faltas de rigor), me hice a través de mi gran amigo Gregorio Sánchez Meco, Profesor de Historia Moderna en la UNED de Madrid y tal vez el mayor especialista en la figura de Felipe II en el mundo, con algo más de treinta libros ilustrativos, a los que sumé como tres grandes montones de folios impresos, obtenidos por Internet, de fuentes fidedignas, seleccionadas por mi amigo Gregorio, y por los historiadores más relevantes de la época, como son Alexandre Parker y Henry Kremen.
A lo que debo añadir que visité con ojos de novelista, La Fresneda de El Escorial, Cigales, el Quexigal, Valladolid, Aranjuez, Toledo, Tordesillas, Toro, La Saldañuela de Burgos, y cada uno de los lugares geográficos que aparecen en la novela, salvo los que hacen referencia al Felissísimo Viaje por Flandes y Centro Europa ,que me basé casi en exclusiva en el maravilloso libro del cronista de la época Calvete de Estrella.

"Porque entre otras cosas nos podríamos preguntar: ¿Tiene futuro la especie humana?"



- ¿Cómo ve Mariano Rivera la narrativa española de nuestros días?
- Como el resto de las artes literarias. Impulsadas no por el viento de la belleza y la perfección estilístico-literaria, sino por la pandemia corrupta del mercantilismo, amiga siempre del mundo mediático y del mundo político; en definitiva, de la mediocridad, y nunca amiga de la Ética-Estética de que nos hablaba nuestro inmortal Juan Ramón Jiménez.
- ¿Tiene futuro la literatura?
- Si te refieres, por tener futuro, a la vuelta de unos principios eminentemente ético-literarios que regulen su difusión, tal vez. Sólo tal vez. Porque entre otras cosas nos podríamos preguntar: ¿Tiene futuro la especie humana?
- Después de esta novela, ¿qué…?
Acabo de terminar de escribir la que es ya mi séptima novela, La educación de los malditos, novela por cierto no histórica; y, desde hace años y/o meses, me tienta escribir cinco novelas que tengo ya esbozadas en un archivo que guardo en mi ordenador. Dos de ellas son novelas, llamémosle psicológicas, y las otras tres son históricas. Pero como también tengo varías ideas para adentrarme de nuevo en mi querido género poético, y también pugnan por entrar en lid los esbozos que poseo para el género dramático, por el que empecé a escribir, ahora mismo no te puedo decir qué va a venir después de esta novela. Puede que el incendio del Alcázar de Madrid, en tiempos de nuestro primer rey Borbón, incendio que dio pie para convertir la construcción de un alcázar-fortaleza en un palacio refinado y sensual.

Una entrevista de Domingo F. Faílde