"Felipe II era un ser débil que llevó con voluntad cristiana el peso de toda la política internacional del Siglo XVI"



- Suelen decir los críticos que hay un Cid campeador literario –el del Cantar, claro- y un Cid histórico, ¿sucede otro tanto con la controvertidísima figura de Felipe II? ¿Cómo fue este monarca en realidad y cómo lo ve Mariano Rivera?
- Por haber trabajado como profesor de Bachillerato hace más de treinta años en San Lorenzo de El Escorial, por razones de los cursos internacionales de violín que realizó allí mi hijo, y por la razón de poseer hace siete años un apartamento en El Escorial, he tenido la ocasión de observar miles de veces (algunas de ellas plasmadas en bellos poemas) cómo cada día, cada hora, según la luz de ese instante y no digamos la estación del año que predomine, siempre es distinta la realidad física y emocional que me transmite la contemplación del Real Monasterio de San Lorenzo de el Escorial.
Tanta belleza y tantos misterios contenidos en ella, fueron los resortes que me impulsaron a escribir esta novela para, entre otras cosas, conocer más profundamente la figura de Felipe II, más allá de su controvertida figura histórica, maldita si se rige por la Leyenda Negra, que surge en Flandes y se potencia por la Reforma protestante, o por la Leyenda Rosa, potenciada como era de esperar durante la dictadura de Francisco Franco.
Conociendo que la figura de los arquitectos Juan Bautista de Toledo y de Juan de Herrera fueron secundarias, puesto que previamente a la construcción de cada detalle del monumento, por grande o nimio que fuera, era imprescindible el visto bueno del monarca, al que por cierto se le atribuyen más de diez mil bocetos y diseños del Real Monasterio, el personaje de Felipe II, por día, ante mis ojos se agigantaba y me atraía con un imán para que lo explorara.
Me atrevo a decir que si hubiera nacido en nuestros días, sin reparos a los intereses de la dinastía monárquica a la que perteneciera, hubiera renunciado a investirse Rey de España. Hubiera estudiado arquitectura y hubiera procurado estar la mayor parte de su vida en contacto con la naturaleza. ¿Republicano Felipe II? ¿Por qué no?
Intento desvelar los traumas y complejos surgidos en la infancia, y llego en la novela a la conclusión de que en Felipe II prevalecía un fuerte Edipo hacia su dulce madre lusitana, tenía una gran necesidad de protección y cariño, era un alma sensible, y, en definitiva, era un ser débil que llevó con voluntad cristiana el peso de toda la política internacional del Siglo XVI.